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sábado, 16 de marzo de 2024

Identificando la Falacia

 


       Durante la Segunda Guerra Mundial, Alemania intentó conquistar Gran Bretaña por medio de implacables ataques aéreos.

 

       A pesar de la intensidad de los bombardeos, Gran Bretaña resistió y finalmente logró cambiar el resultado de la guerra.

 

       Uno de los hacedores de este triunfo fue Sir Robert Watson-Watt, que inventó un sistema de radar que anticipaba los ataques, informando de los vuelos enemigos cuando sobrevolaban el territorio francés.

 

       No se podían evitar los aviones enemigos, pero sí anticiparse.

 

       Los pilotos de RAF tenían el suficiente tiempo como para ir a su encuentro y eliminarlos.

       Cuando la solución perfecta es imposible y la segunda mejor no se alcanza a tiempo, la tercera es la que vale y la que hay que adoptar con urgencia.

 

       El exitoso Watson-Watt llamó a este procedimiento “el culto de lo imperfecto”.

 

       “Lo mejor es enemigo de lo bueno”, sostenía Voltaire, repitiendo a Montesquieu.

 

       La solución perfecta no existe. 

 

       En la vida personal o profesional y en los negocios, muchas veces no queremos renunciar a la perfección y caemos en la falacia de Nirvana.

 

       Creemos que podemos llegar a la perfección, sin registrar que estamos perdiendo tiempo, dinero y la oportunidad de soluciones imperfectas, pero muy eficaces.

 

       La falacia del Nirvana es un error del razonamiento lógico que descarta los argumentos o soluciones que no cumplen con un ideal y; por lo tanto, se perciben como no perfectos.

 

       Al comparar una solución realista con una solución ideal se invalida la primera, sin aceptar que puede ser la más eficaz comparada con las alternativas.

 

       No reconocer a tiempo esta falacia puede conducir a cometer graves errores de evaluación y a tomar pésimas decisiones.

 

“Un diamante con una falla es mejor que un guijarro sin ninguna”.

— Confucio —

 

 

Identificando la falacia

 

       La falacia del Nirvana es una forma del bien conocido perfeccionismo.

 

       El término fue inspirado en un trabajo de Harold Demsetz, profesor de economía en la Universidad de California, que distinguía las soluciones realistas sobre las idealizadas.

 

       La falacia consiste en creer en la perfección y no aceptar la realidad de soluciones imperfectas, aunque igualmente efectivas.

 

       Advertir cuándo estamos sosteniendo esta falacia nos ayudará a tener un pensamiento más realista.

 

       No debemos imponernos falsas dicotomías, son un peligro.

 

       Los que buscan la perfección, maximizando los resultados, son temerosos y se frustran.

       Al final, terminan perdiendo contra los más optimistas, que se dan por satisfechos con una solución apta, aunque no sea perfecta.

 

       El perfeccionismo es miedo a cometer errores.

 

       En él está la causa del mayor fracaso: no empezar, no avanzar.

 

 

Cómo evitar la trampa del perfeccionismo

 

       No nos ayuda en nada proponernos metas ideales o poco realistas.

 

       Ni caer en la fatal dicotomía del todo o nada.

 

       Las negociaciones y concesiones son una parte natural del proceso y no deberíamos desanimarnos por ellas.

 

       Siempre es preferible la acción con una solución imperfecta que el estancamiento esperando el momento ideal.

 

       No hay otro progreso que el de los pequeños incrementos.

 

       “Apuntar a la excelencia, motiva. Apuntar al perfeccionismo, desmoraliza”.

 

—Harriet Braiker—

domingo, 10 de marzo de 2024

La Teoría del CABALLO MUERTO


 

       El aeropuerto de Berlín-Brandeburgo debía inaugurarse en octubre de 2011.

       Estuvo 20 años en construcción, pero hubo serios defectos que lo impidieron.

       Se intentó corregirlos, invirtiendo billones de euros; sin embargo, no hubo éxito.

       En 2018, se anunció que el aeropuerto se demolía.

       Resultaba más barato destruirlo que mantener el proyecto original.

       De un modo parecido, Kodak demoró en comprender que la era del film había terminado. Y quebró antes de poder pasar a la era digital.

 

       Blockbuster desapareció porque no reaccionó a tiempo ante el streaming: su negocio de alquiler de películas físicas era obsoleto.

 

       ¿Somos capaces de reconocer a tiempo cuando un proyecto no es viable y descartarlo?

 

       Los indios Dakota nos legaron un dicho: “Si descubres que estás cabalgando en un caballo muerto, la mejor estrategia es apearse”.

 

       No se trata de encontrar un látigo más fuerte, mejorar como jinete, o alimentar mejor al caballo.

 

       Está muerto.

 

       La teoría del caballo muerto sostiene que es difícil abandonar un proyecto, empresa o estrategia fracasados en los que se ha invertido mucho, ya sea en capital, trabajo o esperanza.

       Irracionalmente, buscamos modos de revitalizar lo que no tiene solución.

       Es una cuestión importante: debemos reconocer cuándo hay que abandonar algo, para encontrar un enfoque diferente y no persistir en el fracaso.

 

       No admitir el fracaso

 

       Cuando no se reconoce el fracaso, la metáfora del intentar revivir al caballo muerto se comprueba en muchos errores de gestión.

       Se ignora la profunda sabiduría del dicho indígena, inventando inútiles métodos de resucitación que hacen perder tiempo y dinero.

 

  - Se cambia la gerencia o el personal.

  - Se aumenta la inversión.

  - Se bajan los estándares para poder cumplir metas.

  - Se contratan consultores externos para buscar soluciones.

 

       La variedad de recursos inútiles para intentar salvar lo que fracasó es infinita.

       Lo primero es reconocer las limitaciones y el error.

       A veces, es difícil renunciar a una inversión emocional o de capital y esfuerzo.

       A veces, el amor propio nos impide aceptar que aquello que creíamos correcto no lo es.

       Pero siempre será más contraproducente persistir en el error.

Y gastar energía en el intento de revivir lo inviable.

 

       Apearse del caballo muerto

 

       Equivocarnos no implica fracasar, siempre y cuando el error sirva de aprendizaje.

       Las equivocaciones pueden darse por malas decisiones o por cambios en el contexto.

       Puede que la ejecución del proyecto fuera desacertada, o puede que la competencia nos superara.

       En cualquier caso, la única mala decisión es la que no se corrige.

       Siempre estamos a tiempo de buscar un enfoque distinto, de definir un nuevo rumbo.

       Por encima de una ejecución perfecta está la capacidad de autoanálisis.

       Si prestamos atención a los errores que cometemos, podremos remediarlos a tiempo.

       Mucho antes de que sus consecuencias sean irreversibles.

 

       "No puedes volver atrás y cambiar el comienzo, pero puedes comenzar allí donde estás y cambiar el final".

— C.S. Lewis —

 

 

       ¿Cuántas veces consideras a tu yo futuro cuando tomas decisiones?

       ¿Crees que serás la misma persona dentro de 2, 5 o 10 años?

       En su charla TED "La psicología de tu yo futuro", el psicólogo de Harvard, el Dr. Daniel Gilbert explica un sesgo que casi todos nosotros tenemos: tendemos a pensar que la persona que somos hoy es la persona que siempre seremos.

       La mayoría de las personas, cuando se les pregunta si son la misma persona que eran hace 10 años, dirán que no, pero nos resulta mucho más difícil ver el potencial de cambio en el futuro.

       Gilbert y otros se refieren a esto como la "ilusión del fin de la historia".

       A pesar de la conciencia de que nuestro yo pasado es claramente diferente a nuestro yo presente, tendemos a pensar que quienes somos ahora es la versión "real" y "terminada" de nosotros mismos, y que nuestro yo futuro será básicamente el mismo que somos hoy.

       Gilbert lo explica de manera sencilla: "Los seres humanos son obras en progreso que erróneamente piensan que están terminadas".

       Tendemos a olvidar que todo lo que hacemos, nuestros hábitos, nuestros pensamientos… Están creando nuestros yos futuros.

      Todo se compone con el tiempo. Las cosas pequeñas se convierten en cosas grandes, para bien o para mal.

 

       Leer un buen libro puede que no cambie tu vida. Pero ese libro podría llevarte al siguiente, y al siguiente, y al siguiente.

 

       Tus conocimientos y perspectivas se acumulan, creando cambios y resultados impredecibles.

       Lo mismo sucede cuando el yo futuro se vuelve cada vez más pequeño con el tiempo.

       Los malos hábitos se acumulan.

       Los malos procesos de pensamiento se acumulan.

 

       El tiempo es el gran definidor.

 

       La buena noticia es que tenemos el poder de elegir cómo queremos que sea nuestro yo futuro.

 

 

"Si te encuentras dentro de un agujero, deja de cavar".

 

– Will Rogers –