Las siete “trampas” psicológicas que pueden frenar el éxito en los negocios
Si bien, la mayoría de las personas de
éxito en sus carreras profesionales suelen tener algo en común, también
se evidencian coincidencias en aquellos que no lo alcanzan aunque lo
hayan intentado.
Negocios 1000 consignó algunas barreras
psicológicas que es conveniente saber dominar y, en todo caso,
esforzarse por cambiarlas:
1. Timidez
Aunque existen empresarios de éxito que
suelen ser tímidos (como por ejemplo, Amancio Ortega), lo cierto es que
este rasgo va asociado a una falta de seguridad en nosotros mismos.
El camino hacia el éxito en los negocios
comienza con una gran idea de negocio, pero al mismo tiempo hay que
tener la seguridad en uno mismo de que se es capaces de sacar esa idea
adelante.
Es clave tener la seguridad y valentía
de abandonar, en algunos casos, la zona de confort para salir a buscar
las metas deseadas.
Únicamente el valiente se arriesga a
emprender, y el valiente, por regla general, tiene seguridad en sí mismo
y, por consiguiente, carece de timidez.
2. Pereza
Según un viejo dicho: “El perezoso camina tan lento que la pobreza no tarda en alcanzarlo”.
Algunos dicen que la pereza es la madre
de todos los fracasos. Incluso teniendo una gran idea de negocio y la
valentía para ejecutarla, si no se está dispuesto a tomar una acción
real, la idea jamás saldrá a flote y la valentía no servirá de nada.
Para hacerse dueño del propio destino,
hay que dejar de lado la pereza, la cual está dentro de los 7 pecados
capitales dentro de los negocios.
3. Complacencia, conformismo
La persona conformista siempre tiene
bastante con lo poco que tiene, hasta que un día necesita algo más y se
arrepiente de no haber sido más “ambicioso” en su época conformista.
Por otra parte, sin pasión todo sueño se
marchita. Otras personas no tienen sueños, por tanto carecen de pasión,
y vivir la vida sin ello, como alguien dijo alguna vez, es vivir pero
sin sentirse vivo.
4. Distracción
Una persona que se distrae fácilmente en la búsqueda o consecución de sus objetivos suele perder el “foco”.
Como decía Donald Trump, en la mentalidad de un emprendedor, “tan pronto como pierdes tu meta, pierdes tu momentum”.
Es clave mantenerse enfocado siempre y
ser disciplinado. Vivir una vida de autodisciplina es menos doloroso en
el largo plazo que lamentar lo que podría haber sido.
5. Dudas
Una vez que se ha tomado una decisión,
es preciso mantener la confianza en la visión y en el plan, despejando
rápidamente cualquier duda que surja y expulsandola de la mente.
Hay que recordar que las carreras largas
no las gana el más rápido, sino aquel que continúa corriendo cuando
otros se detuvieron o aminoraron el paso.
Hay que intentar emprender el camino con
todas las dudas ya resultas. Y cabe recordar: problemas siempre
aparecerán, y entonces no hay que dudar, sino darles una rápida
solución.
6. Deshonestidad
Esta es una cualidad muy poco atractiva que generará desconfianza hacia los demás y arruinará todo proceso.
Ser deshonesto con uno mismo es firmar
el fracaso. Al comenzar a tener éxito, probablemente exista la tentación
de mentir, exagerar e incluso de engañar para avanzar en los
propósitos.
El verdadero éxito viene cuando uno se
convierte en una persona de palabra, que con el tiempo puede explicar
cómo consiguió tener éxito sin avergonzarse absolutamente de nada.
Por otra parte, ante los puntuales
fracasos que vayamos obteniendo, debemos ser honestos con nosotros
mismos para reconocer nuestra parte de culpa sin señalar a nadie más.
7. Ingratitud
En este punto es muy fácil perderse como
persona. El no ser capaces de recordar los humildes orígenes así como
reconocer los aportes de otras personas que ayudaron a tener éxito,
daría una visión vacía del éxito.
En realidad no existen “los millonarios
hechos a sí mismos”, ya que cada uno de ellos le debe un pedazo de
gratitud a una persona o un conjunto de personas.
Algunos millonarios le deben su éxito a
su mentor, otros a su mujer y otros a su plantilla de trabajadores,
porque sin ellos, no hubiera sido posible.
Esto llevaría a una última cualidad que
no se debe perder jamás, que sería la humildad. Una persona humilde
parte de la base de que puede aprender aún de otros.
Es válido recordar el dicho: “Dos tipos de personas fracasan en la vida, las que no saben nada y las que creen saberlo todo”.