Liderar un grupo, una organización o una empresa no es nada fácil.
Para liderar hay que motvivar
constantemente al equipo, gestionar conflictos y administrar el trabajo
para que los engranajes de la compañía funcionen bien. Para que un buen
líder cumpla con su tarea hay una serie de ‘pecados’ en los que no puede
caer.
Para el conferenciante y escritor Dabiel
Godri, un líder es aquella persona que los otros necesitan cuando
tienen un problema, según un artículo publicado por el portal MBA &
Educación Ejecutiva. “Por eso, el líder necesita estar preparado. Si el
jefe no está preparado para asumir ese cargo, hay grandes posibilidades
de que el equipo se desmotive o el trabajo no genere buenos resultados”,
asegura. Godri, experto en la materia, ha detallado las diez
características que indican la falta de preparación de un líder:
1. No comunicarse bien.
El líder debe ser una persona capaz de comunicar las cosas buenas y
malas en un tono bastante aséptico, sin resultar demasiado apasionado o
agresivo. Algunos son tan duros que causan miedo entre los trabajadores.
Además, el líder debe saber adaptar su forma de comunicarse a las
distintas situaciones.
2. Estar desmotivado.
La motivación es vital para el liderazgo porque garantiza que los
empleados se sientan seguros y comprometidos a dar lo mejor para la
empresa. Los empleados absorben parte de la energía de su superior, así
que incluso en tiempos de crisis deben ser capaces de asumir una postura
mental capaz de motivar a sus empleados. Si los trabajadores están
desmotivados la situación de crisis en la empresa puede empeorar.
3. Estar estresado. Un
jefe estresado contagia, desanima y entristece a su equipo. La gente que
sufre de estrés a menudo se obsesiona con las cosas que no puede
controlar, focalizan todo en sí mismos y se sobrecargan de trabajo con
facilidad. Los jefes estresados, además de perjudicar a su equipo, se
están haciendo daños a sí mismos, ya que es un problema de salud que
debe ser tratado por un médico.
4. Hablar mucho y escuchar poco.
Un buen líder debe estar atento a las críticas y a las necesidades de
su equipo. Si sabe escuchar a sus empleados mejorará las relaciones y
las humaniza. Un líder que sepa atender a las quejas de su personal
generará confianza y motivación a sus empleados. En cuanto a hablar, hay
que hacer solo lo que sea necesario y en el momento adecuado; además de
no incomodar a los empleados con absurdos reclamos o elogios.
5. Ser cómodo. La
comodidad nos impide luchar por los cambios e impide que no veamos las
oportunidades. La gente cómoda, explica el artículo, piden mucho y
trabaja poco, lo que provoca una desmotivación del grupo y hace que los
resultados positivos sean más difíciles de alcanzarse.
6. Ser manipulador. Hay
que saber diferenciar entre la influencia y la manipulación. Muchos
líderes manipulan a sus empleados, a veces incluso con un abuso verbal,
para conseguir lo que quieren. El líder debe influir en los trabajadores
para buscar lo que es adecuado para la firma, pero jamás obligarlos.
7. Ser mandón.
Liderazgo no es sinónimo de mandar. Por lo general, las personas
mandonas son impacientes y perfeccionistas, mientras que un buen líder
sabe dar órdenes en el momento adecuado y de la manera correcta. Un buen
líder no nocesita demostrar su liderazgo con nadie, por lo que no
existe la necesidad de estar dando órdenes todo el rato. El buen líder
entiende que tiene que dar libertad a sus trabajadores para que ellos
tomen el control también y entender que no todo tiene que ser a su
manera.
8. Olvidarse de los otros.
Por más espíritu de liderazgo que una persona tenga, nadie trabaja
solo. El éxito de un proyecto o de una empresa no depende solo de un
líder sino de un equipo formado por muchas personas. El líder necesita
reconocer la importancia y el valor de todas ellas.
9. Ser arrogante. Las
personas arrogantes, que suelen ser frías y abusan de su autoridad, no
respetan y disuaden a la gente en lugar de unirlas. La arrogancia
únicamente desgasta y destruye las relaciones y los negocios. Un líder
humilde puede movilizar a su equipo para lograr el objetivo propuesto.
Es necesario adoptar una postura próxima a los empleados. Para controlar
no es necesario faltar el respeto, menospreciar o verse más grande y
mejor.
10. Tener un desequilibrio emocional.
Un líder tiene muchas preocupaciones y ocupaciones, por lo que necesita
ser flexible para tener diferentes enfoques en las distintas
situaciones, tanto dentro como fuera de la empresa. Por tanto, debe
estar preparado para todo esto. Los líderes demasiado fríos o
emocionados suelen destruir a sus equipos. Aunque el liderazgo sea algo
que se aprende con la práctica, la preparación emocional es la clave. No
se puede ser un buen líder sin ser un buen empleado.
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