Muchos han intentado explicar por qué las personas se lanzan a crear una startup pese a estos deprimentes resultados promedio. Puede que sean irracionales y exageren sus probabilidades de éxito. Puede que las seduzca la pequeña probabilidad de obtener ganancias enormes, como con un billete de lotería. Puede que simplemente les guste el estilo de vida de dirigir una empresa. O puede que quieran averiguar si su idea favorita realmente funciona.
REVISTA
¿Se tiene que ser un poco loco para fundar una empresa?
Hay que renunciar al salario y los
beneficios, comer pizza en casa y compartir departamento hasta entrados
los 30. Nunca se tiene un día de descanso. ¿Está listo?
¿Los emprendedores están locos? La
pregunta, sin duda, se ha planteado. Los costos de una vida al frente de
una startup pueden parecer demencialmente altos.
Hay que renunciar al salario y los
beneficios, comer pizza en casa y compartir apartamento hasta entrados
los 30. Nunca se tiene un día de descanso. Uno vive con el riesgo
constante de que todo se desmorone a su alrededor y se quede sin empleo,
sin ingresos y con una mancha en el currículum.
Los economistas desde hace mucho
consideran que estos costos son demasiado altos para una persona que sea
normal y racional. Barton Hamilton de la Universidad de Washington
descubrió en 2000 que los ingresos medios de un emprendedor eran 35% más
bajos que los del trabajador asalariado medio. Un equipo de economistas
de la Universidad de Chicago determinó en 2002 que el retorno
financiero de la actividad emprendedora en promedio no es mejor que el
retorno de colocar el dinero en la bolsa de valores.
Esto hace que la decisión de fundar una
empresa parezca un poco irracional. Los emprendedores al parecer
obtienen retornos promedio más bajos con un riesgo mucho más alto –algo
que, según los economistas, nunca hacen las personas normales y
racionales-.
Muchos han intentado explicar por qué las personas se lanzan a crear una startup pese a estos deprimentes resultados promedio. Puede que sean irracionales y exageren sus probabilidades de éxito. Puede que las seduzca la pequeña probabilidad de obtener ganancias enormes, como con un billete de lotería. Puede que simplemente les guste el estilo de vida de dirigir una empresa. O puede que quieran averiguar si su idea favorita realmente funciona.
Muchos han intentado explicar por qué las personas se lanzan a crear una startup pese a estos deprimentes resultados promedio. Puede que sean irracionales y exageren sus probabilidades de éxito. Puede que las seduzca la pequeña probabilidad de obtener ganancias enormes, como con un billete de lotería. Puede que simplemente les guste el estilo de vida de dirigir una empresa. O puede que quieran averiguar si su idea favorita realmente funciona.
Estas cosas podrían ser todas ciertas,
en especial en cuanto al tipo de persona que elige ser emprendedora.
Pero un profesor de la Escuela de Negocios Haas de la Universidad de
California-Berkeley descubrió otro factor que quizá hasta ahora haya
sido pasado por alto. Gustavo Manso se dio cuenta de que los beneficios
de ser emprendedor van más allá de las chances de que la empresa tenga
éxito. Fundar una empresa es una forma de experimentación que puede
mejorar nuestras perspectivas en una etapa posterior de la vida, aun
cuando la empresa fracase.
En su trabajo, Manso tomó en cuenta no
sólo la situación actual de los emprendedores frente a la de los
asalariados sino también sus ingresos a lo largo de la vida. Para
someter su idea a prueba, Manso necesitaba datos de una misma muestra en
diferentes momentos. Los obtuvo de la Encuesta Nacional Longitudinal de
la Juventud de 1979, que siguió a los jóvenes durante unas tres
décadas.
Al comparar los ingresos de toda la vida
de los emprendedores y los trabajadores asalariados, observó que los
emprendedores en realidad ganaban más en promedio. Es cierto, el trabajo
autónomo suele durar sólo un corto tiempo, quizá dos años en promedio:
los que fracasan lo abandonan rápidamente.
Es más, Manso observa que los
emprendedores experimentan una variación de ingresos –es decir, un
riesgo- ligeramente superior al de las personas que viven con un
salario. En otras palabras, la compensación entre el riesgo y el retorno
de lanzar una empresa a lo largo de la vida parece bastante atractiva
después de todo.
Bloomberg
7 lecciones de Mafalda aplicadas a los negocios
En el aniversario del lanzamiento de esta tira cómica, celebrado esta semana, recopilamos algunas de sus lecciones más valiosas.
Historietas y personajes abundan, pero
pocos han logrado colarse en la memoria colectiva como lo ha hecho
Mafalda. Y es que este entrañable personaje, creado hace 51 años por el
dibujante argentino Quino, tiene mucho que enseñarnos sobre los
negocios, las amistades, la familia… y, en general, la vida.
En el aniversario del lanzamiento de
esta tira cómica recopilamos algunas de las lecciones más valiosas que
nos han dejado Mafalda y sus amigos.
“Resulta que si uno no se apura a cambiar el mundo, después es el mundo el que lo cambia a uno”
Ir contra la corriente o dejarnos llevar
por ella: en esta disyuntiva pueden resumirse las decisiones que
tomamos a lo largo de nuestra vida. El emprendimiento, por supuesto, no
es una excepción: iniciar un negocio implica dejar atrás la comodidad de
un trabajo fijo y aventurarnos a no cumplir más que nuestras propias
expectativas. Y sí, en el fondo, todo emprendimiento parte de una
inconformidad con lo establecido y de un deseo profundo por cambiar el
mundo.
“¿Pensaron alguna vez que si no fuera por todos nadie sería nada?”
Una y otra vez, Mafalda nos enseña el
valor del trabajo en equipo. Y no sólo se refiere a nuestros socios,
compañeros, clientes, empleados o proveedores, sino también a todas
aquellas personas que estuvieron antes que nosotros, que innovaron en
nuestro campo y sentaron las bases de nuestro negocio. Un proyecto
exitoso nunca es resultado de las acciones de una sola persona; es
resultado del buen trabajo en equipo. La sabiduría implica en
reconocerlo.
“Como siempre: lo urgente no deja tiempo para lo importante”
Como emprendedores, personas eternamente
ocupadas por definición, es fácil perdernos en las tareas del día a día
y posponer las acciones verdaderamente relevantes. Es fundamental que
aprendas a priorizar para que tus proyectos no se vean desplazados por
pendientes más pequeños y “urgentes”. Si quieres encontrar un método
práctico y bastante útil, te sugerimos que leas el libro esencialismo,
de Greg McKeown, editado por Aguilar.
“Apenas uno pone los pies en la tierra, se acaba la diversión”
Es cierto, los negocios se sostienen en
última instancia por el dinero. Pero, ¿qué permite que prosperen y se
mantengan a flote con el paso de los años? La pasión que sus líderes y
trabajadores inyecten al trabajo, y que al final del día, hará la
diferencia. Antes de pensar en números y ganancias, piensa en dedicarte a
algo que te inspire y te divierta. Despegar los pies un poquito de la
tierra no te hará nada mal; de hecho podría ayudarte a echar a andar tu
imaginación y encontrar nuevas formas de emprender.
“¿Y si en vez de planear tanto voláramos un poco más alto?”
¿Te has preguntado qué pasaría si no nos
dejáramos dominar por nuestros miedos y nos aventuráramos a hacer
realidad nuestras ideas? Quizá fracasaríamos una, dos o tres veces (o
quizá más), pero aprenderíamos lecciones valiosas para perfeccionar
nuestras ideas y tarde o temprano alcanzaríamos la cima. Ir “a la
segura” puede resultar cómodo y traernos algunos beneficios, pero no nos
permitirá llegar tan alto como hemos imaginado.
“Comienza tu día con una sonrisa y verás lo divertido que es ir por ahí desentonando con todo el mundo”
Quizá pienses que eso de que “la actitud
lo cambia todo” es un concepto new age que en nada ayudará a tu
negocio. De ser así, estás muy equivocado: en un negocio todo se basa en
las relaciones personales, y si no aprendes a ser amable, cordial y
generoso con los demás, lo más probable es que alejes a todo el mundo…
incluyendo a aquellas personas que podrían resultar beneficiosas para tu
empresa.
“¿No será acaso que esta vida moderna está teniendo más de moderna que de vida?”
¿Tu vida es tu trabajo? ¿Dedicas las 24
horas del día a tu negocio y crees que tu vida personal debe estar en
segundo plano? Quizá sea momento de cambiar de paradigma. Es admirable
que disfrutes tanto tu empleo que lo consideres parte de tu vida, pero
no confundas eso con destinar tiempo para estar contigo mismo, practicar
ejercicio y hobbies, salir con amigos, alimentar una relación de
pareja… Olvídate del estigma del “emprendedor exitoso” que no hace más
que trabajar y aprende a valorar otros aspectos de tu vida.
Mafalda sí que sabe de la vida.
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