El aeropuerto de Berlín-Brandeburgo debía inaugurarse en
octubre de 2011.
Se intentó corregirlos, invirtiendo billones de euros; sin embargo, no hubo éxito.
En 2018, se anunció que el aeropuerto se demolía.
Resultaba más barato destruirlo que mantener el proyecto original.
De un modo parecido, Kodak demoró en comprender que la
era del film había terminado. Y quebró antes de poder pasar a la era digital.
Blockbuster desapareció porque no reaccionó a tiempo ante
el streaming: su negocio de alquiler de películas físicas era obsoleto.
¿Somos capaces de reconocer a tiempo cuando un proyecto
no es viable y descartarlo?
Los indios Dakota nos legaron un dicho: “Si descubres que
estás cabalgando en un caballo muerto, la mejor estrategia es apearse”.
No se trata de encontrar un látigo más fuerte, mejorar
como jinete, o alimentar mejor al caballo.
Está muerto.
La teoría del caballo muerto sostiene que es difícil abandonar un proyecto, empresa o estrategia fracasados en los que se ha invertido mucho, ya sea en capital, trabajo o esperanza.
Irracionalmente, buscamos modos de revitalizar lo que no tiene solución.
Es una cuestión importante: debemos reconocer cuándo hay que abandonar algo, para encontrar un enfoque diferente y no persistir en el fracaso.
No admitir el fracaso
Cuando no se reconoce el fracaso, la metáfora del intentar revivir al caballo muerto se comprueba en muchos errores de gestión.
Se ignora la profunda sabiduría del dicho indígena,
inventando inútiles métodos de resucitación que hacen perder tiempo y dinero.
- Se cambia la gerencia o el personal.
- Se aumenta la inversión.
- Se bajan los estándares para poder cumplir metas.
- Se contratan consultores externos para buscar soluciones.
La variedad de recursos inútiles para intentar salvar lo que fracasó es infinita.
Lo primero es reconocer las limitaciones y el error.
A veces, es difícil renunciar a una inversión emocional o de capital y esfuerzo.
A veces, el amor propio nos impide aceptar que aquello que creíamos correcto no lo es.
Pero siempre será más contraproducente persistir en el
error.
Y gastar energía en el intento de revivir lo inviable.
Apearse del caballo muerto
Equivocarnos no implica fracasar, siempre y cuando el error sirva de aprendizaje.
Las equivocaciones pueden darse por malas decisiones o por cambios en el contexto.
Puede que la ejecución del proyecto fuera desacertada, o puede que la competencia nos superara.
En cualquier caso, la única mala decisión es la que no se corrige.
Siempre estamos a tiempo de buscar un enfoque distinto, de definir un nuevo rumbo.
Por encima de una ejecución perfecta está la capacidad de autoanálisis.
Si prestamos atención a los errores que cometemos, podremos remediarlos a tiempo.
Mucho antes de que sus consecuencias sean irreversibles.
"No puedes volver atrás y cambiar el comienzo, pero
puedes comenzar allí donde estás y cambiar el final".
— C.S. Lewis —
¿Cuántas veces consideras a tu yo futuro cuando tomas decisiones?
¿Crees que serás la misma persona dentro de 2, 5 o 10 años?
En su charla TED "La psicología de tu yo futuro", el psicólogo de Harvard, el Dr. Daniel Gilbert explica un sesgo que casi todos nosotros tenemos: tendemos a pensar que la persona que somos hoy es la persona que siempre seremos.
La mayoría de las personas, cuando se les pregunta si son la misma persona que eran hace 10 años, dirán que no, pero nos resulta mucho más difícil ver el potencial de cambio en el futuro.
Gilbert y otros se refieren a esto como la "ilusión del fin de la historia".
A pesar de la conciencia de que nuestro yo pasado es claramente diferente a nuestro yo presente, tendemos a pensar que quienes somos ahora es la versión "real" y "terminada" de nosotros mismos, y que nuestro yo futuro será básicamente el mismo que somos hoy.
Gilbert lo explica de manera sencilla: "Los seres humanos son obras en progreso que erróneamente piensan que están terminadas".
Tendemos a olvidar que todo lo que hacemos, nuestros hábitos, nuestros pensamientos… Están creando nuestros yos futuros.
Todo se compone con el tiempo. Las cosas pequeñas se
convierten en cosas grandes, para bien o para mal.
Leer un buen libro puede que no cambie tu vida. Pero ese
libro podría llevarte al siguiente, y al siguiente, y al siguiente.
Tus conocimientos y perspectivas se acumulan, creando cambios y resultados impredecibles.
Lo mismo sucede cuando el yo futuro se vuelve cada vez más pequeño con el tiempo.
Los malos hábitos se acumulan.
Los malos procesos de pensamiento se acumulan.
El tiempo es el gran definidor.
La buena noticia es que tenemos el poder de elegir cómo
queremos que sea nuestro yo futuro.
"Si te encuentras dentro de un agujero, deja de
cavar".
– Will Rogers –
Realmente, hay veces en que nos empeñamos en hacer funcionar empresas, relaciones o trabajos que ya están caducos, que son etapas superadas, que ya no tienen cabida en este mundo actual por no adecuarse al entorno, por no evolucionar y ser resilientes para dar paso a nuevas ideas. Es necesario hacer un alto y sopesar la situacion desde un punto de vista objetivo, y así realizar una evaluación que nos aclare el panorama, ser sinceros con nosotros mismos y no autoengañarnos, de manera que podamos dirigir nuestra energía y nuestro enfoque a un norte más acorde a lo que necesitamos, queremos y podemos lograr.
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