Nieto de inmigrantes rusos y
lituanos e hijo del contador de una empresa de productos lácteos, fue
despedido antes de cumplir 40 años. No obstante, Michael R. Bloomberg
perseveró para convertirse, según la lista más reciente de la revista
Forbes, en la octava persona más rica del mundo. Alcanzó su éxito sin
tener un plan maestro.
En retrospectiva, su evolución no fue
casualidad. Pasó de ser Scout Águila, el rango más alto al que puede
aspirar un explorador Scout a ser un graduado de la Universidad Johns
Hopkins y la Escuela de Negocios de Harvard, así como operador de bonos y
socio de Salomon Brothers, para después convertirse en fundador de una
red de información de negocios que lleva su nombre. Además, fue alcalde
de la Ciudad de Nueva York por tres mandatos seguidos.
Bloomberg,
quien consideró brevemente postularse en la campaña presidencial
estadounidense como candidato independiente el año pasado, dio algunos
consejos a los estudiantes que buscan tener éxito en los negocios.
A qué universidad ir
Nadie recuerda a qué escuela fuiste. Tal
vez te lo pregunten en tu primer trabajo, pero para el tercero ya no se
acordarán de hacerlo. Más allá del nombre o prestigio de la escuela, es
mucho más importante que vayas a un lugar en el que te sientas bien y
que tenga académicos decentes. ¿Y los que dicen que no les alcanza para
la universidad? Mis padres pidieron un crédito hipotecario y yo
trabajaba todos los veranos en el estacionamiento de la facultad. Luego
tuve suerte; tras el lanzamiento del Sputnik, el gobierno creó los
préstamos de defensa nacional.
Decisiones fortuitas
Confieso que no tenía ni idea de qué
haría. Entré a la universidad pensando que quería estudiar física, pero
para ello tenía que estudiar alemán, así que me cambié a la facultad de
ingeniería. La idea de ir a la universidad, en general, es que estés
rodeado de varios conceptos, culturas y lugares, que obtengas un título y
viajes por el mundo.
La maestría en Administración de Empresas importa, pero…
Lo más importante de estudiar es
aprender a trabajar con los demás. No hay un solo trabajo que uno haga
solo, y aprendí tanto de las personas para las que trabajé en Salomon
Brothers, Billy Salomon y John Gutfreund, como en Harvard. A fin de
cuentas, lo que necesitas son habilidades interpersonales. No importa si
recuerdas o no que Cristóbal Colón llegó a América en 1492; los hechos
que aprendes de memoria son irrelevantes.
Convertir la adversidad en una ventaja
En Salomon, me bajaron de puesto como
jefe de negociación y venta de valores y me nombraron director del área
emergente de sistemas de cómputo. Si no me hubieran despedido de
Salomon, que se volvió parte de Citigroup, no habría recibido 10
millones de dólares de liquidación ni usado mi título de ingeniero
eléctrico para comenzar mi propia empresa de tecnología de la
información. Tampoco habría programado una terminal de cómputo para
operadores de bonos. ¡Ahora estaría trabajando para mi novia, que es
parte del consejo de administración de Citibank!
A quién le dan el trabajo
Me molesta que ahora, cuando uno habla
con los jóvenes en las entrevistas de trabajo, invariablemente dicen:
“Curé el cáncer; resolví conflictos en el Medio Oriente”.
Ahórrenselo. Es mejor: “No conocí a mi
papá; mi mamá está en la cárcel porque vendía drogas. Trabajé tres
turnos en McDonald’s”. Esa es la clase de gente que quiero —con la ética
para cuidar de su familia— porque entonces cuidarán de los demás.
Algunos de nosotros no tuvimos mucha inteligencia prenatal; sin embargo,
nacimos e hicimos el intento, y tuvimos buenas posibilidades de
sobrevivir. No soy el más listo de todos, pero nadie me gana cuando se
trata de trabajar.
Además, los jóvenes de hoy presumen que
han tenido cuatro o cinco empleos pocos años después de haberse
graduado. Lo que muchos no hacen es hacer su mejor esfuerzo y quedarse
en uno.
Qué habría hecho distinto
Pensando en cómo salió todo, nada.
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