El problema está en que algunas nos
gustan más que otras. Lo bueno radica en lo necesario de conocerlas
todas para vivir plenamente y ser lo más felices posible.
La vida es todo un regalo. Es la
base fundamental que todos debemos tener siempre presente. Hay que
aprovecharla y vivirla al máximo aunque suene a tópico, porque nunca
sabes cuándo acabará (¡esperemos que dentro de mucho, claro!).
Las apariencias sí importan y
esta es una de las lecciones de vida que a todos nos cuesta aprender.
Importan (y mucho) en la sociedad en la que vivimos, por eso aunque no
nos guste, debemos intentar asumirlo.
Cuidar a quién nos quiere es fundamental, y
de eso nos damos cuenta cuando nos vamos haciendo mayores. Hay
que valorar a la familia, a nuestra madre (que sólo hay una, y eso es
otra verdad fundamental), a nuestros amigos, a nuestra pareja.
Estar rodeado de personas que nos quieren es lo mejor que puede
pasarnos.
El dinero no da la felicidad, aunque
muchas personas lo crean así. Vale, tener dinero ayuda en muchas cosas
en la vida, pero no es el centro de gravedad en torno al que gira la
felicidad, ni muchísimo menos. Hay cosas mucho más importantes, como lo
antes nombrado: la familia, los amigos, la pareja. ¡Sentirse querido no
se paga con dinero!
La inspiración llega cuando menos te lo esperas… cuando la buscas, nunca está. Cuando no la esperas aparece.
¡Y el amor también! Pasa
exactamente igual que con la inspiración. Da igual cuántas veces te
digas a ti mismo que jamás te enamorarás (o que nunca volverás a
hacerlo), porque cuando aparece en tu vida… tus esquemas y autopromesas
se rompen.
Trabajar en lo que amas no es trabajar, y ese es un placer infinito del que muy pocos disfrutan.
No todos los que llamamos amigos lo son, y
eso es algo que aprendemos desde bien jóvenes. Amigos hay pocos,
realmente pocos, ya se sabe que “los amigos se cuentan con los dedos de
una mano”, ¡y a veces ni eso! Pero jamás olvides que la cantidad de
amigos no importa, lo imprescindible es que sean de verdad.
Vivir es sufrir en muchas ocasiones: con
la pérdida de un ser querido, cuando falta el dinero en casa, el
trabajo, cuando la vida te da reveses que no esperas… Que la vida “no es
un camino de rosas” lo sabe cualquiera, por eso debemos estar
preparados para las posibles sorpresas desagradables que puede
depararnos.
Por último, relacionado con el punto anterior, hay que tener presente que todo pasa, siempre. Y esa sí que es una premisa que no debemos olvidar jamás.
Fuente: Forbes
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